lunes, 9 de agosto de 2010

Carta N°1


Hola, Juan


Han pasado varios días desde la última vez que hablamos. He estado ocupado por eso no pude escribirte seguido. Los días fueron muy pesados desde mi último mail. Por eso no te he contado más cosas sobre Yuriko, y no porque no haya querido, sabes bien la confianza que te tengo. Y sabes algo, Juan, creo que todo se está yendo al carajo. Antes de contarte algo necesito aclararte algo. No he sido sincero contigo, no te he contado muchas cosas, las verdaderas cosas. Hasta ahora me producía cierto recelo decirte algo por internet, creo que las cosas íntimas se tienen que contar de frente. A veces me revienta ver la facilidad con la que la gente logra relaciones importantes por la web, aún no logro adaptarme a todo esto. Pero contigo me sucede todo lo contrario; al menos ahora, he sentido una fuerte necesidad de contarte cómo han sido, en verdad, las cosas. Fue mentira lo que te conté sobre eso de que lo había hecho con aquella prima lejana que conocí en mis vacaciones de julio, en tercero de secundaria, hace ya un año. Cuando nos encontrábamos en la fiesta donde la conocí, ella me pidió que la acompañara a su casa, en verdad al cuarto donde vivía. Lo hice con la intención del caballerito educado, pero guardándome algunos sucios pensamientos. Me cuesta soltar palabras fuertes, pero sí pues, nomás de pensar que íbamos a ir a su cuarto y que, probablemente, ella me hiciera pasar me ponía muy caliente. Esa noche parece que no estuve a la altura. Cuando llegamos al lugar, luego de diez minutos de camino, ella se adelantó dos pasos hacia la puerta y dio un giro de ciento ochenta grados hacia mí y me dijo: “hemos llegado”, para luego plantarme la mirada. No sabía qué decir ni mucho menos qué hacer. Te va a sonar estúpido pero se me vino a la mente Yuriko y lo mucho que me gustaba. Aún no había hecho nada y lo más probable era que no lo hiciera pero ya me sentía culpable. Mi prima era muy bonita, tenía unos ojos claros bellísimos, su cabello suelto en ambos lados me dejaba ver su rostro. No tuve que decirle nada, creo que en esos momentos uno solo actúa como mejor le parece o como mejor lo hace. Lo que te quiero decir es que uno no sabe lo que hace pero lo hace por instinto. Tú me comprendes, tenerla allí mirándome con un rostro tierno me desencajaba demasiado. Entonces, no sé cómo, me acerqué y la besé sosteniendo su cintura con mi mano izquierda y su nuca con la derecha. Ella me abrazó de la cintura y cada vez me apretaba más fuerte hacia su cuerpo. Creo que lo hacía para sentir cómo se agrandaba mi sexo, en verdad no lo sé. Estuvimos besándonos y acariciándonos durante mucho tiempo. Nos apoyábamos sobre la puerta de una casa que supongo era para ingresar a la pensión donde vivía. No sé si lo más triste pero sí lo malo de aquella noche es que nunca me invitó a pasar. Seguro no le gustó cómo la besé o quizás se dio cuenta que no sacaría nada esa noche. Y quizá tuvo razón, nunca había estado con una mujer. Probablemente ella ya había tenido muchas experiencias. Por aquel tiempo apenas y conocía a Yuriko pero creo que pensé en ella porque, en realidad, hubiera deseado que fuera ella y no mi prima la que estuviera allí. Seguramente la seguridad de nuestra mutua inocencia me hubiera tranquilizado. La cuestión ahora es otra pero tiene mucho que ver con esto que te acabo de contar. Siempre me gustó Yuriko, era una de las chicas más buscadas desde que entré a la secundaria. Pero solo la pude conocer cuando estaba en tercero en uno de los tantos quinceañeros que se produjeron por aquella época. Fue en uno de ellos que nos presentaron, y fue en otro que nos besamos por primera vez. Creo que ya sabes sobre qué cosas te mentí. El punto es que ahora, y no sé por qué, se dio tan rápido, somos enamorados. Me resulta gracioso pero se lo dije en un momento bien pendejo. Esa es la palabra, fue un momento bien pendejo. Junto con Deivis y Katy, fuimos a la matinée dominguera en la discoteca Kapital. El punto es que llegamos juntos, y luego cada pareja se abrió por su lado. No había que adivinarlo, ese día yo volvería a agarrar con Yuriko. Y para mi felicidad, todo jugaba a mi favor. Los “perreos” de media hora que ponen me ayudaron ya que al estar solos lo bailamos de una forma más que íntima, intensa diría yo. Recuerdo que ella se volteó y me dio la espalda. Continuábamos moviéndonos con un ritmo sinuoso. Incluso creo que la canción no era tan lenta como para que nosotros nos moviéramos de esa manera. La cuestión es que en una de esas yo acerqué mi rostro hacia su mejilla derecha y ella volteó la mirada hacia el mismo lugar, lo demás es obvio, nos besamos lentamente. Sentíamos que teníamos todo el tiempo del mundo para seguir haciéndolo, y fue así. Aquella tarde ninguno de los dos quería dejar de besar al otro.

El problema vino después. Ella es demasiado amiga de todos sus compañeros, sobretodo de los hombres. Esto ha llevado a que en más de una ocasión se corran rumores sobre su comportamiento. Incluso hasta mí habían llegado cosas sobre supuestos encontrones con más de uno. ¿Te das cuenta, Juan? Tenía y tengo que enfrentar todo esto. Ambos estamos en cuarto, como ya sabes, pero no compartimos los mismos salones. Estamos en secciones diferentes. No sé qué cosas pasarán en el interior de su aula cuando yo no veo nada. Eso me jode, me jode mucho. Y sobre todo cuando son mis propios amigos los que me dicen que me la agarre y nada más porque una chica como Yuriko no es para estar. Para mí las cosas no son así, yo la quiero de verdad. Y sí ella fue algo movida hace un tiempo creo que conmigo puede comenzar a cambiar. No sé, Juan. Llevamos poco tiempo pero su forma de ser me encanta. Es medio loca para mí, o sea, somos completamente diferentes. Quizás esa sea la razón por la cual la quiero tanto, ya que me ha hecho sentir algo de intranquilidad en mi vida. Y tú sabes que no me refiero a que sea sano o sonso, nada que ver. Simplemente que mi forma de ser no es explosiva, ni alocada. A veces ella me genera sentimientos o estados de ánimo que nunca había sentido. Creo que esto es diferente a las cosas que pude sentir antes con otras chicas. Pero, puta madre, me jode saber que para todas las personas ella es la loca y yo soy el sano. Me molesta demasiado que su nombre esté en la boca de tantas personas. Ya te debe molestar que siempre te ande pidiendo cosas, pero las necesito ahora más que nunca. Antes de que te fueras, las cosas que me decías me ayudaban mucho, pero ahora siempre tengo que actuar por mi propia cuenta. Seguramente creerás que soy débil, puede que así sea. Pero ahora no me importa que pienses eso, solo quiero que me ayudes en esto. Escríbeme algo pronto, porfa. Y nada, espero que las cosas te estén saliendo bien por allá, no te olvides de los patas. Te mando saludos, te cuidas y responde pronto por favor.



Beto