sábado, 29 de mayo de 2010

El tipo del quinto piso de un hotel y la chica que caminaba sensualmente


Él sale de su cuarto. Se encuentra en el quinto piso de un hotel destartalado en algún lugar de la ciudad. Baja las escaleras con mucha paciencia. Al parecer no tiene prisa, sin embargo en su rostro se refleja una ligera angustia. Parece temer algo. Antes de salir del hotel destartalado se detiene en la puerta. Con la mano izquierda busca en su bolsillo izquierdo del pantalón. Luego de unos segundos saca una cajetilla de cigarrillos. Con la mano derecha toma un encendedor que estaba en el bolsillo de su camisa. Viste un terno negro pero no usa corbata y el saco lo mantiene abierto. Luego de encender su cigarrillo guarda la cajetilla y el encendedor en el bolsillo izquierdo del pantalón. Cuando cruza la pista un viento fortísimo levanta su cabello.
Es una tarde tranquila. En la calle no hay mucho movimiento. Para ser un barrio cercano a la plaza principal de la ciudad resulta extraño la poca gente que camina por ahí. De uno de los restaurantes aledaños sale ella. Viste una falda azul marino que le queda arriba de las rodillas. Usa tacos no muy altos. Sus piernas son blancas y atraen la atención de más de uno. La blusa que lleva puesta parece ser del mismo color que la falda. No se logra distinguir bien porque lleva una chaqueta negra que mantiene cerrada. En todo caso, lo único que podría llevar fuera de la chaqueta negra sería un conjunto del mismo color. Tiene una forma de caminar muy sensual y a hacerlo se oyen los sonidos de sus tacos. Cada vez se acerca más a la plaza. Una vez en ella se detiene y observa en todas las direcciones que puede. Lo más probable es que espera a alguien, lo más probable es que esa persona se haya atrasado. Ella no es una mujer que deba esperar demasiado.

Ya está oscureciendo y ella está apoyada en un muro de la plaza. Nadie advierte su presencia ni mucho menos saben de la espera que lleva haciendo. Todos van en una y otra dirección seguramente con problemas, seguramente felices. A ella no le importa nada de eso, al menos eso parece. Luego de fumar el quinto cigarrillo aparece él. Se acerca con una tranquilidad incomprensible. Parece que no le importa haberla hecho esperar. Ninguno de los dos muestra afecto al otro. Ella no lo mira pero se nota que le reprocha su tardanza. Ahora él gesticula algunas palabras. Mueve los brazos para intensificar lo que dice. Después de una larga intervención de él, ella levanta la mirada, lo mira directamente a la cara. Él solo sostiene su mirada en ella, una mirada que nunca dejo de mirar en esa dirección. Ella suelta su quinto cigarrillo, que cae en algún lugar del piso, y gesticula dos palabras, cada una con una pausa de dos segundos, y se va con la misma caminada sensual con la que llegó.

1 comentario:

  1. es como la hora ordinaria y el tipo parece un presentador de tv... o es Fredo? el cuento puede ser salvable si por ahí Ud. deslisa, infiltra,como quien no quiere la cosa, como esas cosas que solo suceden por casualidad y nos cuenta lo que cree que ella dice...en todo caso la mirada desde el cuadro concluido puede ser limitante y frustrante... no lo cree?

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